Las ciudades y sus barrios: el caso de la tradicional colonia Roma.
Las ciudades no sólo son edificios, están vivas gracias a las personas que viven en ellas. Esta sencilla premisa se vuelve compleja cuando el valor histórico o artístico de sus edificios es alto, y peligroso cuando su infraestructura urbana no existe en nuevos desarrollos. Barrios amenazados a morir en el olvido de pronto se ven amenazados a morir de éxito.
Plazas, camellones y banquetas delimitados por casonas y edificios, nos narran la historia de la Roma y nos muestran las cicatrices propias de la vida de este barrio que este año cumple 113 años.
En la Roma tradicional, como en otras zonas emergentes de la ciudad, la inversión necesaria para la consolidación del barrio también puede destruirlo si únicamente es especulativa. La consolidación de un barrio se da cuando lo que se quita se sustituye por algo mejor. El problema es quién decide qué se queda, qué se va, qué es mejor y cómo se adecúa el entorno urbano a la dinámica social, económica y cultural que le da vida.
La consolidación del barrio va a depender directamente de la construcción, no de edificios sino de ciudadanía, reflejada en la cultura barrial. Vecinos críticos, informados y organizados, comprometidos con el rescate y la promoción de un desarrollo enfocado en las personas. Desde allí se puede gestionar la inversión y la conservación del patrimonio arquitectónico y urbano.
Las ciudades son las grandes generadoras de conocimiento y ello se debe a la cercanía entre las personas que permite el intercambio de ideas. En los cafés y otros puntos de encuentro como los que caracterizan a un barrio tan vital y dinámico como la Roma, se han planeado revoluciones e importantes momentos de la historia cultural de México. En ellos también se han discutido corrientes filosóficas, modelos económicos y grandes proyectos artísticos; se han escrito novelas y se han planteado nuevas formas de entender y vivir la ciudad.